Ahir la Vicepresidenta del Govern espanyol va deixar anar, sense dir el nom, que la culpa de la manca d´inversió estrangera a Espanya anava relacionada amb la posició d´alguns (sobiranistes) en relació a L´Estat. Soraya: déu ser dur haver de dir coses que no es creu ningú.
Avui hi ha algunes respostes a la Soraya, us pengem un extracte de l´article publicat per l´economista Sala- Martin, només perquè fa una bona relació del que tots sabem:
La primera institución del estado, la
corona, es la mofa del mundo, con un rey que se va a cazar costosos
elefantes con una misteriosa señorita alemana mientras su pueblo se
hunde en la miseria y con un yerno imputado por estafas millonarias.
El presidente del tribunal supremo es
obligado a dimitir por haber malgastado dinero público en excursiones
románticas de fin de semana con el encargado de su seguridad. Es más, a
diferencia de lo que hubiera pasada con cualquier empleado de cualquier
empresa que es expulsado de su cargo por malversación de fondos, el
señor letrado cobró unos 200.000 euros de indemnización provenientes del
erario público.
El juez más mediático y famoso del mundo,
expulsado de la audiencia nacional por haber sido probado que espió a
un acusado y violó la relación de secreto entre abogado y cliente,
relación que es sagrada en toda democracia que se precie.
Los partidos políticos violan
sistemáticamente todas sus promesas electorales. Los partidos que ahora
mandan hacen lo contrario de lo que decían cuando estaban en la
oposición y los partidos que ahora están en la oposición critican al
gobierno por hacer lo que ellos mismos hacían cuando mandaban. Entre
unos y otros, están dejando a los ciudadanos una sensación de que sus
votos no sirven para nada y una desconfianza en la clase política de
consecuencias impredecibles.
Sin abandonar la esfera política, en toda
la prensa internacional aparecen imágenes de estaciones de AVE vacías,
aeropuertos sin aviones, ciudades fantasma e infraestructuras sobre las
que los alemanes sueñan cada día y no sólo porque son las
infraestructuras que les gustaría tener sino porqué ya ven venir la
factura que tendrán que pagar por toda la corrupción que ha generado
tanto dispendio. Por cierto, señora vicepresidenta, en el momento de
escribir esta nota me encuentro de viaje por el centro de Europa y cada
vez que algún político, banquero o economista me habla de España, salen a
la conversación los reportajes que han visto en sus televisiones sobre
el aeropuerto de Castellón, un monumento a la incompetencia, la
desfachatez y el caciquismo de Carlos Fabra, Presidente de la Diputación
del Partido Popular de Valencia, padre de la tristemente famosa
diputada del Partido Popular, Andrea “que-se-jodan” Fabra. Que se sepa,
ni padre ni hija tienen ninguna relación conocida con los soberanismos
vasco o catalán.
Al descrédito de España también han
contribuido las élites empresariales lideradas por el banquero más
famoso e internacional del país, don Emilio Botín, a quien se le
descubrió una fortuna de 2.000 millones de euros escondida en un paraíso
fiscal o uno de sus subordinados, convenientemente indultado una vez
los tribunales emitieron sentencia de culpabilidad. Hablando de
empresarios, muchos de los empresarios de la construcción que en su día
se vanagloriaban de haber conseguido entrar en la lista Forbes de
billonarios, no han conseguido evitar que sus empresas se arruinaran y
que ahora se paseen por el mundo implorando que alguien les compre sus
empresas a precio de saldo. Ha quedado demostrado que sus otrora
milagrosos éxitos empresariales no eran más que el fruto de la
especulación inmobiliaria, el amiguismo político y el pelotazo como
medio de ganar dinero para los más espabilados. Ese no es precisamente
un modelo económico y empresarial al que los inversores internacionales
se sientan especialmente en la actualidad.
Tampoco hay que olvidar la nefasta labor
de las entidades supervisoras a la cabeza de las cuales se encuentra el
Banco de España, una entidad que ha agravado significativamente la
crisis con su absurda política de fusiones bancarias que ha acabado por
contaminar a los bancos y cajas sanos con toda la porquería de los
bancos y cajas quebrados. El Banco supervisor también es quien hizo los
stress tests que dieron la nota de aprobado a Bankia, ese engendro
financiero insolvente cuya salida a bolsa bajo la supervisión de la
Comisión Nacional del Mercado de Valores acabó con los ahorros de miles
de ciudadanos españoles.
Y dejo para el final al gobierno del
Partido Popular, que pensó arrogantemente que sólo por el simple hecho
de ser del PP, apaciguaría a los mercados internacionales a pesar de que
el PP gobernaba la Comunidad Valenciana cuando tuvieron lugar todos
aquellos escándalos de corrupción y dilapidación estratosférica de
dinero público (y eso lo sabían todos los inversores internacionales).
El gobierno del PP, que pospuso durante meses la presentación de los
presupuestos más importantes de la historia con el burdo objetivo de
ganar las elecciones andaluzas a pesar que ese retraso estaba hundiendo
la economía del país. Ese gobierno que tras explicar que las subidas del
IRPF eran contraproducentes, acabó poniendo unas de las tasas más altas
de Europa y tras explicar que los aumentos del IVA iban a agravar la
recesión, acabó subiéndolos hasta extremos nunca vistos en España. Ese
gobierno cuyo ministro de hacienda siempre encuentra la manera de
exculpar sus acciones y sus engaños y de dar la culpa de todo a los
demás, desde los extranjeros hasta las autonomías pasando por los
evasores de impuestos, los mercados financieros y esos hombres de negro
que nunca iban a venir a España pero que ya están llamando a la puerta.
Ese gobierno que se ha convertido en la
única empresa de España que crea ocupación aunque sólo sea para colocar a
militantes del PP, familiares y amigos entre los que se encuentra...
¡el señor marido de la señora vicepresidenta doña Soraya Sáenz de
Santamaría!
Esto, todo esto, y no los soberanismos
catalán y vasco, es lo que hace que España haya perdido toda su
credibilidad internacional y haya ahuyentado la inversión extranjera,
doña Soraya. Es más, el descrédito constante de todas y cada una de las
instituciones españolas, desde el Rey hasta le CNMV pasando por el
gobierno, los partidos, los jueces, las entidades reguladoras y los
empresarios (a lo que podríamos añadir, como guinda de última hora que
confirma el sainete en el que se ha convertido este país, al presidente
del comité paralímpico animando a los atletas a defender "La Roja
Coja"), este descrédito general de todas las instituciones de España,
repito, no sólo hace que los inversores vean que España no es un país de
fiar a la hora de invertir su dinero sino que, además, está haciendo
que el sentimiento antiespañol esté cada vez más arraigado en algunas
comunidades. Al fin y al cabo, usted tiene que entender que la gente
quiera desmarcarse de todo esta monumental vergüenza internacional y
tenga ganas de largarse ante este desolador panorama. El sentimiento
soberanista, pues, no remitirá hasta que ustedes arreglen su propia
casa.
Cap comentari:
Publica un comentari a l'entrada